En el Islam no hay intermediario entre el siervo y su Señor

Muchas religiones han otorgado a algunas personas una preferencia religiosa con respecto a los demás, condicionando la adoración de la gente, su fe y la aceptación de sus obras, a la aprobación y disposición de esta gente, dado que ellos, según estas religiones, son intermediarios ante la divinidad y son quienes otorgan el perdón y conocen asuntos de lo oculto, y contradecir a estas personas puede implicar la expulsión de dicha religión.

En cambio, el Islam ha venido para dignificar al ser humano y dar valor a su posición, y ha negado que su felicidad y la aceptación de sus actos de adoración estén ligados a la intercesión de personas especiales, sin importar el grado de virtud y piedad que dichas personas hayan alcanzado.

De esa manera, la adoración del musulmán es entre él y Allah, y no tiene a ninguna persona como intermediario, porque Allah, glorificado sea, está cerca de Sus siervos, escucha sus súplicas y les responde, ve su adoración y su oración. No existe persona alguna que tenga el derecho de otorgar el perdón de los pecados. Cuando el siervo se arrepiente sinceramente, Allah lo perdona. El Islam enseña que nadie posee alguna fuerza milagrosa o poder sobre asuntos del universo, sino que todo está en las manos de Allah.

El Islam libera la razón del musulmán y lo invita a que reflexione y razone, y que recurra al Corán y los dichos auténticos del Profeta cuando tenga una disputa o una diferencia de opinión, ya que ninguna persona posee la verdad absoluta en sus dichos, excepto el Mensajero de Allah (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) porque él no hablaba por sí mismo, sino que sus palabras fueron inspiración y orientación de Allah, alabado sea, tal como dijo: “No habla de acuerdo a sus pasiones. Él sólo trasmite lo que le ha sido revelado” (Corán 53:3-4).

No hay mayor gracia divina que este sistema de vida, que está acorde con la inclinación natural del ser humano de reconocer y adorar a Allah (fítrah), que lo honra al darle potestad sobre sus actos y lo libera de la esclavitud y sumisión a todo lo que no sea Allah.